Fráncfort, ciudad cuyas raíces se remontan a la época romana, ha sido durante mucho tiempo un centro de comercio y cultura en Alemania. La ubicación de la ciudad en el río Meno la convirtió en un centro de comercio, lo que le valió el apodo de "Mainhattan" por su mezcla de encanto y horizonte moderno. La historia de Fráncfort está profundamente entrelazada con el Sacro Imperio Romano Germánico, y su importancia en los asuntos europeos continuó a lo largo de los siglos, culminando en su papel como sede del primer parlamento de Alemania elegido democráticamente en 1848 en la Iglesia de San Pablo. Este momento crucial de la historia alemana marca la importancia de Fráncfort en el camino de la nación hacia la democracia.
Las tradiciones culinarias de Fráncfort reflejan su rico patrimonio cultural y su entorno agrícola. La bebida emblemática de la ciudad, el "Ebbelwei" (vino de manzana), se remonta al siglo XVI, cuando se empezó a producir en los monasterios locales. Esta bebida ácida sigue siendo un elemento básico de la gastronomía de Fráncfort. Platos tradicionales como el "Handkäs mit Musik" (un queso de leche agria servido con cebolla) y la "Grüne Soße" (una salsa a base de hierbas) muestran la abundancia agrícola y el ingenio culinario de la región. La mundialmente famosa salchicha "Frankfurter", mencionada por primera vez en el siglo XIII, ejemplifica la larga tradición de la ciudad en la producción y conservación de carne. Estas tradiciones culinarias, junto con el ambiente cordial de las tabernas de vino de manzana, ofrecen a los visitantes una visión de la perdurable identidad cultural de Fráncfort en medio de su fachada moderna y cosmopolita.