5. Lugares emblemáticos y leyendas de Gamla Stan: Visita audioguiada
En el corazón de lo que fue el imperio sueco se encuentra Estocolmo y, como descubrirás en este recorrido a pie, es algo más que un archipiélago y el hogar del monarca del país. Empezando en Gamla Stan, el casco antiguo, pasearás por estrechas callejuelas medievales y por delante de grandes edificios construidos para impresionar en tiempos del imperio. Al final, llegarás al palpitante centro de la Estocolmo moderna, con sus relucientes edificios de cristal. Oirás hablar de Gustav Vasa, el hombre que inició el levantamiento que condujo a la independencia sueca hace quinientos años, y recorrerás la historia por calles empedradas que antaño manaron sangre. Y te hablaré de Olaus Petri, el sacerdote que casi pierde la vida por contradecir a Gustav Vasa tras ser coronado. Estatuas de bronce de reyes te contemplarán mientras paseas por Kungsträdgården y escuchas sus historias. Durante todo el camino, estarás rodeado por la belleza natural del lago Mälaren y nunca lejos del agua, ya que Estocolmo se levanta sobre un puñado de islas en el mismo punto en que el lago se encuentra con el mar Báltico. Descubrirás dónde serás agasajado si alguna vez ganas un Premio Nobel. También podrás presumir ante tus amigos de que lo has hecho: - Visto una auténtica piedra rúnica vikinga centenaria - Has visitado el Palacio de Estocolmo, bastante grande - Caminado por Västerlånggatan, el terreno más barato del Monopoly sueco. - Vimos la Ópera Real de Suecia y sus dos entradas - Encontramos la fuente en la que sin duda habrá muchos chapoteos si Suecia gana la Copa del Mundo de Hockey sobre Hielo o el Festival de Eurovisión cuando estés en la ciudad. - Descubrir de dónde procede la expresión "síndrome de Estocolmo". - Aprendiste sobre Alfred Nobel, un hombre que se benefició de la muerte y la destrucción y luego donó su fortuna para financiar el Premio Nobel, mientras estabas delante del Museo del Premio Nobel. Dedica al menos 90 minutos a este recorrido, pero no dudes en ceder a la tentación de parar en uno de los muchos lugares pintorescos del camino para tomar un café, preferiblemente servido con un tradicional bollo de canela sueco.