Retrocede en el tiempo y disfruta de un recorrido privado por las calles de la ciudad amurallada de Óbidos, la "aldea museo" mejor conservada de Portugal. Visita también el Palácio Nacional de Mafra, uno de los mayores palacios barrocos del siglo XVIII de Europa.
Explora Óbidos, que fue conquistada por el primer rey de Portugal, D. Afonso Henriques, el 11 de enero de 1148. Desde entonces, Óbidos sigue formando parte de la historia de Portugal. Aquí visitarás los distintos puntos más destacados de la villa fortificada de Óbidos. Pasear por el interior de la aldea también te permitirá degustar la Ginjinha y otros productos y artesanías locales.
Descubre el palacio de Mafra. Una magnífica construcción que sólo fue posible gracias al oro brasileño que entró a raudales en el país, permitiendo al rey João V llevar a cabo la construcción de los mayores palacios barrocos del siglo XVIII.
Conoce su construcción, que comenzó el 17 de noviembre de 1717, integrando cuatro edificios en uno: el palacio, el convento, la basílica y una biblioteca. El complejo ocupa una superficie de casi cuatro hectáreas (37.790 m2). Incluye la increíble cantidad de 1.200 habitaciones, más de 4.700 puertas y ventanas, 156 escaleras y 29 patios interiores.
Recorre el pasillo más largo jamás construido en un palacio (232 m de largo), que está hecho de piedra caliza y mármol de las regiones de Óbidos, Pêro Pinheiro y Sintra.
Entra en la biblioteca, una de las más importantes de Europa. La impresionante biblioteca cuenta con una enorme variedad de libros, más de 30.000 volúmenes, de los siglos XV al XVIII.
Mira hacia arriba para ver las dos enormes torres que flanquean el palacio. A continuación, contempla la basílica, "pieza central" de la fachada que fue diseñada por el arquitecto alemán Johann Friedrich Ludwig, por encargo de D. João V.
Ten en cuenta que si vas a visitarlo en julio, el castillo de Óbidos acoge un tradicional "Mercado Medieval". Durante dos semanas, el castillo y la ciudad que lo rodea recrean el espíritu de la Europa medieval. Estandartes flameantes y banderas heráldicas crean el ambiente, junto con desfiles diarios, cientos de animadores y trabajadores de puestos vestidos como mercaderes tradicionales, malabaristas, bufones, juglares ambulantes, soldados y mucho más. También hay exhibiciones de caballeros justadores y combates armados.